La noche
La noche me llama…
Acercándose el
amanecer
de repente desperté,
sin encontrar rastro
del astro
que alguna vez padre
de todo fue;
¿huye de mi o yo
huyo de el?
en creerme el centro
no caeré,
pese a que en
ocasiones así lo sienta,
¿huyo de todo lo que
despierta?,
¿huyo de lo que —me—
invita a hacer
mientras se haya
cerca?
Ausente se encuentra
ahora,
y ni siquiera su
mítica compañera
es la mía,
en una noche que me
llama.
Solo encuentro calma
a mis ansias
insondables,
de argüir lo que
esta noche
para mí depara.
Aunque se prevé el
llamado
nunca puedo preparar
un fin,
cuando contesto lo
pronosticado
me encuentro a mí,
desconcertado —un
poco— de lo que hago aquí,
satisfecho sin
embargo de encontrarme así,
teniendo una
conversación con la noche
que ahora soy, y
siempre fui.
Me pide la noche,
yo la pido a ella,
para estar presente
y capturar lo que
vuela
a mi alrededor
sin que yo lo vea.
¿Realmente la noche
me llama?,
sin que estuviera
por mi pidiendo
ahora mismo iría a
su encuentro.
Aún pienso que la
noche
me llama
desesperada,
justifico su estado
como lo hago con el
mío
continuando en vilo
rodeado de frío.
Una noche en que mi
conciencia no esta plena,
pero está embriagada
de existencia…
Los pájaros cantan
es hora de partir.
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